miércoles, 25 de febrero de 2009

Pan y Hermafrodita



Artemis, según cuenta la leyenda tuvo un séquito de sesenta hijas de Océano y todas las jóvenes que deseaban acompañarla debían hacer voto de castidad. Sus sacerdotisas eran todas vírgenes y cuando se casaban debían abandonar la Orden sagrada. La leyenda de Calipso, cuenta que fue seducida por Júpiter y al ser descubierto su desliz, por el abultado vientre Artemis la expulsó de su séquito.

Cuenta Ovidio la historia del fruto del amor entre Hermes y Afrodita. Hermafrodita es un joven adolescente, que llega a un lago, cuyas aguas son límpidas hasta el fondo. Allí lo ve Salmacis, una náyade voluptuosa, quien se queda extasiada al observar su belleza. La joven exclamó ardiente: “Yo te amo, te deseo y quiero compartir contigo mi lecho”.

El joven Hermafrodita, que ignoraba el amor se lanzó despavorido a la fuga. Ella, entonces se alejó para no intimidarlo. Él se desnudo, creyendo que nadie lo observaba y jugó con las olas. La ninfa, sin embargo, observándolo, presa del deseo lo abrazó por la fuerza y estrechando su cuerpo sobre el cuerpo desnudo del muchacho, invocó: “Que no pueda este joven separarse de mí, ni yo de él”.

Los dioses la escucharon y juntaron sus cuerpos; ambos crecieron bajo el aguijón del tiempo, como si fueran la rama de un mismo árbol, pero participando de su doble naturaleza. Y así nació Hermafrodita, un ser con sexo masculino y femenino a la vez.

El cuadro muestra el momento en que Pan huye despavorido cuando, tras intentar flirtear con Hermafrodita levanta la sábana para descubir que se trataba de una increíble mujer-hombre.

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